Discapacidad social y laboral del neurodivergente
Autor: Dr. Luis Carlos Ortega Tamez
La discapacidad es una condición compleja y multidimensional, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la define como una deficiencia física, mental, intelectual o sensorial a largo plazo, que al interactuar con diversas barreras (físicas, sociales, laborales o de actitud) puede obstaculizar la participación plena y efectiva de quien la presenta.
Por otro lado, una deficiencia se entiende como la limitación en el cuerpo o la mente que puede ser permanente o temporal y afecta una o más actividades esenciales de la vida diaria.
Es decir, la discapacidad se presenta cuando hay una interacción entre la persona con alguna deficiencia y las barreras de su entorno, o con la actitud de las personas con las que ha de interactuar.
La discapacidad puede manifestarse de diversas maneras: física o motriz, psicosocial, intelectual, sensorial (visual o auditiva), laboral o múltiple (combinación de varios tipos). Según el Informe Mundial sobre la Discapacidad, alrededor del 15% de la población vive con algún tipo de discapacidad.
Durante mucho tiempo, A la persona con discapacidad se le consideraba una carga familiar y social. Algunos la veían con miedo, otros con compasión o morbo, se esperaba poco de ellos, lo que los discapacitaba aún más.
Pero, el concepto de discapacidad ha evolucionado mucho. Antes se partía de un modelo médico-individualista basado principalmente en que la persona con discapacidad asumiera la responsabilidad de adaptarse e integrarse al entorno social.
Actualmente el enfoque ha cambiado, se busca ahora que exista también un compromiso social y de derechos humanos. Esto significa que la responsabilidad de superar la discapacidad no solo recae en la persona discapacitada, sino de manera importante en la sociedad, principalmente al eliminar las barreras y crear entornos inclusivos.
El avance de las neurociencias puso en evidencia que existe una amplia gama de formas en que las personas perciben y responden al mundo, con diferentes fortalezas y limitaciones, ahora se entiende que no existe una forma “correcta” de funcionamiento cerebral. De este conocimiento surge el término "neurodivergente" acuñado en 1998 por la socióloga y activista australiana Judy Singer, lo propuso para describir la diversidad de formas en las que el cerebro humano puede funcionar.
Mientras que el concepto de neurodiversidad aboga por reconocer la validez de cerebros que piensan, actúan y ven la vida desde una panorámica personal diferente. Tiene por objetivo crear entornos más inclusivos y adaptados, en lugar de intentar forzar a las personas neurodivergentes a entrar a un ambiente social, escolar y laboral considerado “normal".
Entre las formas diferentes del funcionamiento cerebral (neurodivergentes) se consideran a personas con: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno del Espectro Autista (TEA), personas con problemas del aprendizaje (dislexia, discalculia o diversas dispraxias), los trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el síndrome de Tourrette, así como personas con altas capacidades intelectuales, pero deficiencias en las habilidades sociales y laborales.
Se espera que una persona neurodivergente pueda participar en igualdad de condiciones en todos los aspectos de la vida para ser productivo y favorecer su integración completa, que le permita un desarrollo bio-psico-social adecuado.
Paradójicamente los problemas para una persona neurodivergente suelen surgir no de su forma diferente de ver la vida, sino del entorno escolar, social o laboral que no están adaptados a personas que no comparten lo que para ellos es considerado “normal”, lo que en algunos casos los excluye o los conduce al subempleo, cuando en mejores circunstancias tendrían la capacidad suficiente para desarrollar adecuadamente cualquier empleo.
Un fenómeno con el que ahora se topan las personas neurodivergentes es la disparidad entre los criterios que existen en las instituciones educativas, que se han preocupado por ser incluyentes y diseñar programas acordes a las diversas necesidades de los alumnos, en parte por convicción y en parte producto de la entrada en vigor de la Ley Educativa Inclusiva (artículos 61 a 68 de la Ley General de Educación), que promueve la inclusión de alumnos al entorno escolar regular. Esto ha permitido que puedan acceder a la educación superior y obtengan títulos profesionales.
Pero, por otro lado, el mercado laboral persiste con los viejos prejuicios y estigmas, con una total falta de comprensión hacia personas con algún tipo de neurodiversidad, por lo tanto, las oportunidades laborales se limitan, lo que provoca que las personas terminen subempleados o desempleados.
Se habla entonces de “discapacidad laboral”, para referirse a la realidad que viven personas con alguna neurodiversidad, que han logrado obtener una preparación técnica o profesional, pero que encuentra múltiples barreras y dificultades a la hora de hacer una entrevista para concursar en un proceso de selección y reclutamiento laboral, así como para mantener un empleo.
Esto se debe en gran parte a que los encargados de las contrataciones dan prioridad a las habilidades sociales por encima de las técnicas. Pero también a que no están sensibilizados, ni reconocen las habilidades que pudiera tener alguien que no responde a los estereotipos. No se toma en consideración que las mentes neurodivergentes pueden aportan perspectivas originales y soluciones no convencionales a los desafíos empresariales.
?Un buen ejemplo de esto sucede con algunas personas con trastorno del espectro autista (TEA), un diagnóstico caracterizado por deficiencias persistentes que se manifiestan principalmente en dos dimensiones, una se relaciona con la comunicación y la interacción social, y la otra con patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos y repetitivos.
En el TEA los síntomas pueden manifestarse de diferentes formas e intensidades en cada individuo, dependiendo de factores como el nivel de desarrollo cognitivo, la edad cronológica y desde luego la severidad del padecimiento.
El Center for Deseases Control (CDC) estimó que, en el 2023, de la población de 18 a 84 años en Estados Unidos (EE. UU.) alrededor del 2.2 % tenían algún nivel de autismo, lo que equivale aproximadamente 5.5 millones de personas, La frecuencia de diagnóstico en hombres es cuatro veces mayor que en mujeres. De todas las personas a las que se les hace este diagnóstico, solo una minoría son las que tienen deficiencias leves, y no tienen deterioro cognitivo importante, por lo que logran desarrollar las capacidades sociales y adaptativas mínimas indispensables para vivir de forma independiente e ingresar al mercado laboral. Sin embargo, cuando logran integrarse se enfrentan dificultades con la socialización, la interacción con sus compañeros, la necesidad de seguir indicaciones, establecer prioridades y objetivos, y tiempos límites para terminar un trabajo entre otros requisitos laborales. Entonces su forma de ser y de lidiar con las exigencias laborales les conduce al sufrimiento mental, a una mayor propensión a sufrir episodios de ansiedad o depresión y finalmente a abandonar el empleo.
El trabajo es una fuente de estímulo y motivación. Sentirse útil y desempeñar una actividad que reditúe un beneficio económico, sin duda mejora en mucho la autoestima de las personas.
Muchas personas con TEA de alto funcionamiento tienen el intelecto necesario y pueden estar cualificadas para ejercer un oficio o una profesión, entonces son las limitaciones y la incomprensión del entorno laboral lo que los empuja al subempleo o al desempleo.
Son víctimas frecuentes del acoso, la discriminación, o del mobbing laboral (una forma de violencia psicológica sistemática y continuada en el entorno de trabajo, que busca humillar, intimidar o maltratar a un empleado por parte de jefes o compañeros), lo que sin duda hace un ambiente laboral hostil y complicado.
De manera que en muchos casos las personas con algún tipo de discapacidad no están limitadas por su condición en sí, sino por las barreras impuestas por los individuos neurotípicos, por políticas excluyentes, por falta de conocimiento y por muchos prejuicios sociales que les complican su desarrollo personal y profesional, pero, además, la empresa pierde personas con habilidades diferentes que podrían ofrecer puntos de vista frescos y originales.
Algo se ha avanzado en la integración educativa de las personas neurodivergentes, el siguiente desafío es abrir oportunidades laborales.